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Parque Arqueológico de Carranque
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El Parque Arqueológico de Carranque está constituido en torno a una villa romana que se encuentra a 5,3 kms. de distancia del municipio de Carranque (Toledo), en dirección Noroeste, formando parte de su término municipal, lindando con la Comunidad de Madrid. Conocido arqueológicamente como el yacimiento de Santa María de Abajo de Carranque, este enclave surgió en un momento altoimperial como centro de explotación de los recursos agrícolas del entorno y que en época tardorromana se configuraba ya como importante centro de poder de un territorio aún por definir y caracterizar. La Casa Materno y torcularium, como parte residencial de la villa romana de origen altoimperial, formada por una vivienda de planta única junto con un edificio para la elaboración de aceite y vino. Una gran mansión, villa romana, con todas las infraestructuras para habitarla. Su extensa colección de mosaicos conservados recrean los grandes temas mitológicos presentes en el arte romano. El Mausoleo, como edificio funerario para acoger los restos del propietario de la villa y su familia. El Edificio Palacial, como edificio civil de representación, de sólida construcción y espléndida decoración.
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El Martinete, una joya olvidada del patrimonio industrial del XIX
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El Martinete, una espectacular fundición de hierro de grandes dimensiones construida en el siglo XIX, que después se convirtió en central hidroeléctrica, es una de las grandes y escasas joyas del patrimonio industrial español sobre la que recae la amenaza del paso del tiempo y el olvido. Situado a la orilla del río Guadiana a su paso por la provincia de Ciudad Real, este complejo fabril, por su monumentalidad arquitectónica, es único y un claro ejemplo del proceso de industrialización que vivió España a lo largo del siglo XIX. María del Carmen Arcos Domínguez y Manuel Molina Cañadas, arqueólogos de la empresa CLM Arqueología, han dedicado mucho tiempo a esclarecer y profundizar en el conocimiento de este olvidado gran conjunto industrial, que se localiza en el término municipal de Los Pozuelos de Calatrava. Su proyecto de investigación no solo ha aportado datos sobre esta ferrería-fundición, sino que, ha servido para poner en valor la importancia que, para el patrimonio etnológico e industrial de Castilla-La Mancha, tiene El Martinete. Origen Sus últimas investigaciones han permitido determinar que el origen constructivo del complejo se debió al interés por invertir en negocios del senador Francisco Pérez Crespo (San Andrés de Rasines, Santander, 1810), un hombre que formó parte de la burguesía madrileña y que se dedicó a invertir en propiedades surgidas de las desamortizaciones. Su conocimiento del ámbito industrial, un sector muy desarrollado en el norte peninsular, de donde era natural, le llevó a construir entre 1840-1842 esta ferretería. Su posterior desaparición como ferrería, dio paso a la instalación de una central hidroeléctrica, que fue explotada en torno a 1920 y que mantuvo su actividad hasta 1963, momento en el que se abandonaron las instalaciones y la vegetación empezó a apoderarse del lugar. El Martinete, explican Manuel Molina y Carmen Arcos, “es un complejo fabril de carácter monumental que se concibe como una verdadera colonia industrial, donde el empresario comienza a pensar en la fábrica, no sólo como un lugar de trabajo, sino como un lugar de vida”. Por ello, se pueden identificar varias áreas constructivas que incluyen desde el edificio principal con zonas de vivienda, jardines, patios y almacenes, a otras donde se encontraba el área industrial propiamente dicha, formada por carboneras, forjas y hornos. Grandes obras En el complejo se observan grandes obras de ingeniería arquitectónica, como una presa de retención del agua y un canal de distribución; otras instalaciones externas al edificio como almacenes, caballerizas, viviendas para obreros, tejera u hornos para la elaboración de carbón vegetal; además de la central hidroeléctrica. La ferrería también cuenta con “un gran horno alto”, hecho que supone la utilización del método indirecto en la producción del hierro, y que, hoy en día, aún es una de las grandes joyas del complejo fabril. Los arqueólogos recuerdan que el proceso de industrialización de España a lo largo del siglo XIX fue muy importante en áreas como Cataluña y la cordillera Cantábrica, aunque también tiene reflejo directo en la provincia de Ciudad Real en zonas como Puertollano y Almadén. En otros lugares, ese intento de industrialización se refleja cuando se encuentran iniciativas empresariales como la implantación de una ferrería-fundición como El Martinete, relacionada directamente con el afloramiento de materiales debidos al vulcanismo característico del Campo de Calatrava. A pesar del empeño empresarial, esta iniciativa, como factoría, acabó teniendo escasa actividad como revela el que a finales del siglo XIX (1880-90) fuera desmantelada y retirada toda su maquinaria. La segunda década del siglo XX, permitió volver a ocupar estas instalaciones y reutilizar la fábrica como central hidroeléctrica hasta 1963, momento en que se cerró definitivamente.
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Almagro, nos envuelve en cultura
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Almagro, en el Campo de Calatrava, en el centro mismo de la provincia, cuenta con una posición estratégica en su entorno físico y cultural. La ciudad del teatro de corral, alberga el único Corral de Comedias que se ha mantenido intacto y en activo desde principios del siglo XVII hasta nuestros días, y que es, en buena parte, el emblema de la ciudad. Mantiene todas sus partes: zaguán, alojería, patio, cazuela, galerías y tablado, así como una intensa actividad que hace crecer la ciudad, especialmente durante el Festival Internacional de Teatro Clásico. Sin embargo, a pesar de su importancia, Almagro no es sólo el Corral de Comedias o la actividad que de él se deriva. Declarada Conjunto Histórico Artístico, la ciudad entera nos envuelve en cultura, arte, tradición y sabor castellano. El paseo por sus calles nos obsequiará con el deleite de cada uno de sus rincones, abriendo la mirada que inquieta no sabrá donde elegir posarse. La Plaza Mayor, monumental y amplia, destaca por los soportales repechados tras las columnas toscanas de piedra, que sostienen unas galerías cubiertas que la hacen única en su clase. Los numerosos edificios religiosos: Convento de la Encarnación, Iglesia de la Madre de Dios, Convento de Santa Catalina, Iglesia de San Bartolomé, etc. completan el espíritu artístico del viajero que hará un periplo por estilos y obras de diferente y singular belleza. Obras civiles, detalles en las fachadas, conjuntos urbanos y el propio trazado de la villa, se alían para seducirnos entre innumerables deleites de caminos, descansos, actividad y contemplación, que hará que nos sintamos reconfortados en la visita y nostálgicos al partir. Pasear por las calles de Almagro constituye una invitación a sumergirnos en su pasado, en la leyenda de monjes guerreros y caballeros, en la grandiosidad de sus iglesias y conventos, o en la perfecta traza de su inalterado Barrio Noble. Forma parte de la red Los pueblos más bonitos de España
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Albaladejo
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Albaladejo se encuentra en una situación geográfica, de gran interés estratégico, con un amplio y fértil valle que se extiende hacia el saliente y el mediodía, con las Sierras de Alcaráz y Segura como fondo, junto a la existencia de varios manantiales y fuentes procedentes del rebosadero natural del acuífero de "Los Calares".
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Las Barrancas de Burujón, un paisaje de anuncio en Toledo
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A veces no hay que irse demasiado lejos para viajar a paisajes deslumbrantes que uno imaginaría en países remotos. Las Barrancas de Burujón representan a uno de esos rincones de naturaleza deslumbrantes que tenemos a dos pasos y los cuales a veces pasan desapercibidos de puro milagro. En este caso aparecer fugazmente en un anuncio de Coca-Cola rodado en España hace varios años.
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Cueva de los muñecos
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En el término de Abenójar, junto al río Hojalora y justo antes de que llegue a desembocar en el Tirteafuera, la cueva de los muñecos constituye una de las mayores representaciones subterráneas con formaciones kársticas, dentro de la provincia de Ciudad Real. Cuenta con un recorrido de unos 800 metros (de los cuales unos 250 son relativamente accesibles), durante los cuales se puede apreciar las características formaciones que se dan en este tipo de cuevas: estalactitas, estalagmitas, columnas, etc.Y esta cueva de los muñecos no es una excepción, porque se trata de una cueva que no está preparada para el turismo, por su ubicación, por su acceso y por la visita a su interior. Expliquemos cada uno de estos puntos: La cueva se encuentra en su estado natural sin modificaciones que faciliten su acceso y exploración, aunque muy lejos de considerarla una "cueva virgen". Por su asequible recorrido, tristemente se ha visto sometida a numerosos expolios y destrozos por parte de desaprensivos, que han arrancado y robado estalactitas, hecho pintadas, depositado basura, etc. Vamos... que en algunas partes el aspecto es lamentable y el deterioro notable. Respecto a su ubicación, se halla perdida en el monte y para llegar a ella hay que hacerlo caminando varios kilómetros, además de que si no se conoce el terreno, conviene ayudarse de un GPS de montaña para localizar el punto exacto donde se ubica su entrada. La visita se hace por tu cuenta y riesgo, y como tal, conviene tomar las debidas precauciones. Aunque si no se abandona el recorrido "sensato" y se explora con la suficiente cautela se puede hacer sin peligro. No presenta grandes desniveles o caídas verticales, pudiendo recorrerse a pie y erguidos prácticamente sin problema. No obstante, no tomar ciertas precauciones puede ser fatal. Una caída, un mal golpe con alguna roca o quedarse sin luz en el interior representaría un más que serio problema. Precaución ante todo.El acceso a la cueva se realiza a través de una puerta, que hace décadas adecuó el dueño de la finca. Nada más acceder, un pequeño "vestíbulo" nos espera, donde una placa rememora la visita de un grupo de espeleología. Un angosto pasillo se abre hacia el interior, donde nos recibe la primera columna de la cueva, presagio de lo que nos espera más adentro. Adentrándonos, el pasillo poco a poco se hace más alto, y por aquí nos encontraremos con los primeros inquilinos, grandes arañas y murciélagos que nos recuerdan dónde estamos.El pasillo da acceso a una gran sala de unos 15x50 metros y con un fuerte desnivel descendente. La altura llega a alcanzar unos 10 metros. Es aquí donde ya se pueden vislumbrar las caprichosas figuras que el tiempo y el agua han modelado en esta cueva: Estalactitas, columnas, "cascadas" de piedra, etc. Lo lamentable es que los vándalos se han dedicado a saquearla, destrozarla, pintarla... Muchas de las piedras aparecen mutiladas por la mano del hombre. No obstante, el silencio, la oscuridad y la sensación de encontrarnos en un lugar especial merecen la pena. Algunas formaciones pétreas asemejan esculturas, lo que nos hace suponer que el nombre de la cueva viene dado por esas piedras como "muñecos". En esta gran sala, algunas zonas del techo están pobladas de murciélagos y el suelo cubierto de los excrementos de estos animales. Este tipo de estiércol, llamado murcielaguina, es uno de los más apreciados y era usado por agricultores de la zona como abono para sus campos, adentrándose en la cueva para recogerlo.De la gran sala parte otro ramal que se adentra aún más y lleva a otros rincones interesantes. En uno de ellos, existe una estrecha gatera, por la que hay que reptar para acceder. No apto para claustrofóbicos o individuos con exceso de carnes. Nos conducirá a una parte de la cueva menos transitada y por ello en mejor estado de conservación, aunque también expoliada.Si decides visitar la cueva, mejor seguir estas recomendaciones: - Nunca acceder solos: Si sufrís un percance allí dentro nadie os podría ayudar. - Llevad varias linternas (y repuestos). La oscuridad es total. Una linterna poco potente o un móvil es básicamente inútil. Quedarse sin luz sería fatal. Encontrar la salida sería imposible... - Conviene dejar dicho a personas de confianza dónde vais a ir. - Calzado y ropa adecuada: El suelo es resbaladizo en algunas zonas. - Respetad la cueva y el entorno. No rompáis nada. Ya bastante deterioro ha sufrido. Lo que la naturaleza construyó durante miles de años, el desaprensivo de turno lo destrozó en unos segundos. Fuente:https://manchaignota.blogspot.com/2017/12/cueva-de-los-munecos.html
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Convento de San Antonio de Padua en Chillón
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Durante el último tercio del siglo XV y el primero del siglo XVI, se va a producir una intensa misión apostólica por parte de frailes y regidores de la Orden franciscana, en toda la zona norte del Obispado cordobés, gracias al empeño de extender dicha Orden por toda la provincia mostrado por el Padre Fray Francisco de los Ángeles y Quiñones, Custodio General de Castilla, y más tarde General de la Orden Seráfica. Todo esto se produce en unos momentos en los que una ola de religiosidad florecía por toda la comarca, y fruto de estas misiones franciscanas va a ser la construcción del Convento de San Alberto del Monte, en Santa Eufemia, fundado por la Bula del Papa Julio II en septiembre de 1504, a instancias de D. Gonzalo Mejía, señor de Santa Eufemía. Este convento, administrado y habitado por la Orden Seráfica de Menores (Franciscanos), se va a levantar sobre la ermita dedicada al mismo santo, y construida en torno a 1380 por mandato de Doña Beatriz, 3ª Señora del Condado de Santa Eufemia, sobre el mismo lugar donde, según la tradición, sufrió martirio San Alberto, y que luces extrañas, surgidas durante varias noches sobre ese lugar, llamado El Robledillo, llevó a los vecinos de dicha villa a deducir que ese era, y no otro, el sitio mismo donde sufrió martirio San Alberto. Va a ser la misión apostólica y la labor extraordinaria y piadosa desarrollada por estos frailes la razón por la que los vecinos de la villa de Chillón y Almadén decidan erigir el convento de San Antonio de Padua, fundado por Fray Juan de la Puebla en 1514, extramuros de la villa de Chillón, en el mismo lugar en el que a principios del siglo XV se levantó una ermita a San Antonio como agradecimiento por el cese de una plaga de pulgón y otros insectos que había afectado de manera dramática a las viñas de la población. Para su construcción se sacó Bula del Papa León X y licencia del Obispo de Córdoba, quedando su administración en manos de los padres franciscanos, aunque debido a la pobreza de materiales utilizados, el convento presentó ruina en 1562, por lo que Don Diego Fernández de Córdoba, III Marqués de Comares, mandó reedificarlo a expensas suyas. Atendiendo a las Relaciones de Felipe II de 1579, referentes a dicho convento, se señala: “… y en el termino de esta villa poco mas de un cuarto de legua esta cara oriente un monasterio de frailes de la Orden del Señor San Francisco en el cual continuamente hay una quincena de frailes poco más o menos entre los cuales hay predicadores, confesores y de Misa…” Dicho convento, a pesar de ser una empresa promovida por nobles y personas adineradas, subsistía también gracias a la piedad y generosidad del pueblo llano, que otorgaba gran número de limosnas y cargaba sus bienes inmuebles con pesados censos. No sólo el pueblo de Chillón participaba en su mantenimiento, sino que los vecinos de la aldea de Los Palacios de Guadalmez, que siempre se sintieron muy vinculados a este convento franciscano, aportaron su espíritu piadoso, envueltos en esa atmósfera de religiosidad imperante. Un ejemplo de ello es el censo de 1.100 reales impuesto sobre la casa que habita María Ruiz, en Guadalmez, en el año 1677 a favor del convento de San Antonio. Además del otorgamiento de censos, que cargaban sobre sus casas, viñas y tierras, los habitantes de la Aldea tenían también presente a esta institución a la hora de hacer testamento, como Gaspar Romero, que en 1694 deja parte de sus bienes a los padres franciscanos del convento de San Antonio. Pero no sólo fue objeto de la generosidad de los guadalmiseños, sino que también tuvo una gran influencia sobre ellos y se constituyó en referente de la vida religiosa de la época. Tanto era el cariño y la aceptación de su labor que incluso numerosos vecinos de Guadalmez, como es el caso de Roque Tamurejo, en 1771, pedían en sus últimas voluntades que: “… luego que yo muera mi cuerpo sea amortajado en el habito de nuestro padre San Francisco…” No hay que olvidar tampoco que muchos de los padres franciscanos se hicieron cargo de la parroquia de San Sebastián, sobre todo en el siglo XVIII, mientras el Obispo proveía de algún candidato a la plaza vacante, por lo que es normal que existiese esa estrecha relación entre los moradores de la Aldea y el convento de San Antonio, gracias al trabajo que realizaron Fray Martín de Arroyo, Fray Lucas, Fray Alonso de Uzeda, Fray Miguel de Molina, Fray Gabriel Pérez…, Fray Cayetano del Santísimo, refiriéndose a estos frailes, señala: “Es grande el trabajo de los religiosos, pues tienen la asistencia de los dos pueblos y de otros de la comarca…” . Mucho debió ser el cariño que los vecinos de la Aldea profesaban a su párroco Fray Lucas, cuando tras su muerte, en 1735, gastaron 152 reales en misas para la salvación de su alma. A estas misiones apostólicas franciscanas se unirán a mediados del siglo XVI las visitas que el Maestro Juan de Ávila realizará por la comarca, incluido su paso por el santuario de Nuestra Señora del Castillo en torno a 1548, y la realizada por Santa Teresa de Jesús, y que tendrán continuación con los viajes de predicación realizados por el beato Fray Francisco de Posadas a finales del siglo XVII a los pueblos de Chillón, Guadalmez y Almadén. Fuente: MORA MESA, CARLOS. “Guadalmez, de manantial a río. Un paseo por su historia”.
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Las Cábilas
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Chillón, en donde está ubicado el ruinoso caserío de Las Cábilas, con la aldea de Los Palacios de Guadalmez o simplemente Guadalmez, fue un municipio perteneciente hasta 1833 al llamado por entonces Reino de Córdoba, cuando el motrileño Javier de Burgos divide España en provincias, por Real Decreto del 30 de noviembre de ese mismo año, en las provincias actuales, salvo el caso de Las Palmas -que se crea en 1927 con Primo de Rivera-, en ese momento se incluye Chillón con su aldea en la recién creada provincia civil de Ciudad Real. (En 1927 la aldea de Guadalmez alcanza el título de villa independiente de Chillón). Hasta aquel año, 1833, el término municipal de Chillón formaba como una especie de cuña incrustado por un lado entre la provincia de La Mancha, con Almadén como localidad más próxima; por otro lado con la provincia de Extremadura -más concretamente la Baja Extremadura-, que pasará a nominarse a partir de esa fecha provincia de Badajoz, con las poblaciones más cercanas de Capilla y Peñalsordo; y por último, su limitación con otro término municipal del propio Reino de Córdoba, el de Santa Eufemia, que pasará a llamarse ese mismo año provincia de Córdoba. Si hacemos esta sencilla descripción geográfico-histórica es por situar al curioso lector que se acerque al conocimiento de un territorio sumamente rural y agreste en el que hoy en día se conservan las derruidas casillas, que un día fueron habitadas por unas 20 familias, casi todas de “el Pueblo” como sinónimo de Peñalsordo. En la actualidad tan sólo son ruinas desperdigadas donde crecen eriazos y en las que no hace tantos lustros existió una vida muy activa e intensa.
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La iglesia de San Juan Bautista y Santo Domingo de Silos de Chillón.
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La iglesia de San Juan Bautista y Santo Domingo de Silos de Chillón es un edificio construido en el S. XV sobre los restos de un antiguo castillo llamado de Los Donceles con formas arquitectónicas pertenecientes al último gótico o gótico tardío y decoración mudéjar. El exterior del edificio está realizado en mampuesto, sillarejo y ladrillo; se cubre a una (naves laterales) y dos aguas (nave central), con planta rectangular muy alargada, con tres naves levantadas a diferente altura, brazos que no se marcan en planta, una cabecera (con ábside plano) flanqueada en sus esquinas por torres circulares y una gran torre (que fue la del homenaje del castillo) rompiendo parte del hastial del piecero. El interior de la iglesia se cubre con tres tipos diferentes de cubiertas: bóvedas de crucería gótica para el ábside, el presbiterio, crucero y transeptos (brazos); artesonado mudéjar de par y nudillo para la nave central y techos de madera colgados y planos para las naves laterales. Las bóvedas de crucería se disponen a una menor altura que el artesonado de la nave central y un gran arco toral apuntado, realizado en piedra, separa a ésta última del crucero. La separación de las naves se realiza a través de seis arcos (tres a cada lado) de medio punto bajo alfiz, apoyados en seis pilares de sección octogonal realizados en ladrillo. La nave central queda dividida de este modo en tres tramos, siendo más alta y ancha que las laterales. La iluminación del interior se realiza a través ventanas abiertas tanto en la cabecera, como en la nave central y en las naves laterales, siendo de formas variadas: longitudinales, cuadradas, abocinadas y ojivales. Destaca como elemento ornamental en el interior del templo, la existencia de unas pinturas al fresco, representando el Vía Crucis de Jesús, datadas en el S. XVI, y situadas en sentido longitudinal en pared de la nave de la Epístola. La cabecera se encuentra presidida por el retablo del altar mayor, de estilo renacentista y formas clásicas, constando de pradela más dos pisos y ático; se divide a su vez en tres calles con la presencia del Calvario en lo alto. El baptisterio se encuentra en la base de la torre, a los pies del templo. Es de forma rectangular y está cubierto con bóveda de cañón. En ella se encuentra una pila bautismal, realizada en piedra, sobre pedestal octogonal, decorada con motivos vegetales y estrías. La torre es de planta cuadrada, realizada en mampuesto y coronada por almenas rematadas por pirámides. Encima se sitúa una espadaña de tres cuerpos, realizada en ladrillo, que alterna los vanos con arcos apuntados y de medio punto para las campañas La portada principal del templo se abre a sus pies, dando a la plaza de la villa; está realizada en piedra, enmarcada en alfiz, y se cubre con arco de medio punto con arquivoltas. Encima aparece un gran rosetón inserto en un gran cuadrado realizado en ladrillo. Dos puertas más se abren en las naves laterales, una en frente a la otra. Están realizadas en ladrillo y enmarcadas en alfiz, pero una (la situada al sur) se cierra con arco apuntado, la otra (situada al norte) lo hace con un arco carpanel.
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Parque Natural de Lagunas de Ruidera
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El Parque Natural de las Lagunas de Ruidera constituye, junto con Plividje en Croacia, la mejor representación de lagos formados por la acumulación de carbonato cálcico (toba). Las aguas caídas sobre el campo de Montiel se infiltran en el acuífero 24 que tiene su rebosadero natural en esta zona, dando lugar al nacimiento del Guadiana Alto o Río Pinilla. Estas aguas, extraordinariamente ricas en carbonatos, a lo largo de miles de años de precipitación, han formado impresionantes barreras (presas naturales) que dan lugar a espectaculares cascadas entre una laguna y otra.
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Castillo de Calatrava la Nueva
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Estamos en la gran fortaleza de los caballeros calatravos, cuya propiedad defenderían frente a los musulmanes del cercano castillo de Salvatierra. Aunque fue fortaleza de la edad del bronce, visigoda, y hay noticias de su uso por Nuño de Lara en el s. XII, tendría su gran apogeo a partir de la batalla de las Navas de Tolosa. Hoy podemos recorrer sus caminos, las dependencias del castillo -patios, torres, escaleras-, y un aljibe. Además, su convento del siglo XIII conserva una gran puerta con rosetón, la de la Estrella, la sala capitular, refectorio y cocinas, además del cementerio. Las zonas auxiliares de artesanos, hospedajes, cuadras y bodegas completan este magnífico retrato de la vida en la edad media. La gran fortaleza de los calatravos, con más de 45.000 m2, fue erigida para ser la gran sede de la orden, sustituyendo la ciudad de Calatrava la Vieja. Su iglesia, convento, hospedería puebla y recinto externo, rodeado de fortificaciones, formaron una auténtica ciudad fortificada medieval.